lunes, 16 de marzo de 2015

El Llamado “Libro Necesario”

Respecto de “la literatura comprometida”, “el libro necesario”. El escritorrevolucionario está preparado sólo para o es aceptado sólo por escribir libros utilitarios, o sea, novelas y ensayos para propaganda política. Hacer un libro para difundir una doctrina o una ideología es como elaborar un rótulo para una feria, pasada la fiesta, ya nadie lo mira. “El libro necesario” no es una obra de arte sino un –a veces genial– panfleto sentimental de proselitismo político. Pudo llegar a ser, en algunos casos, un escrito célebre porque activó una reivindicación proletaria en un país donde hubo exclusión –y sigue habiéndola después de más de tres lustros de revolución–, pero dista mucho de ser un documento de validez estética. Para Jean Paul Sartre, por ejemplo, escribir al fragor de una ideología no fue suficientemente letal. El antídoto de su escritura fue el intelecto y su conciencia de semiología. Leemos a Sartre no por su tesis sino por su estilo; sus alegatos a favor del socialismo creo que hoy día a nadie le interesan pero su lenguaje y diseño serán por siempre interesantes. Los lectores se volcaron a una veneración emotiva por causas ideológicas y otra vez, el escritor y la y la prosa, el poeta y la poesía, volvieron a sucumbir por culpa del vanguardismo ideológico que es una forma etiquetada de llamarle a la falta de talento e inspiración real. Los poetas verdaderos son los autores de un universo que tiene significados inmortales, la grandeza de La Biblia y el Corán, es justamente el poder de sus signos místicos. Podemos pensar que un artista sea acaso malvado, corrupto o repugnante y acaso decir que cuenta con el genio creador del signo estético. Hay múltiples ejemplos de hombres más bien repugnantes que no obstante sabían escribir. Octavio Paz nos habla de un narrador alemán que siendo sicario de confianza de los nazis pudo escribir varias novelas de notable valor estético sin desobligarse de sus deberes de funcionario fascista. Lo que no se puede soportar en la literatura es la ingenuidad, la cortedad mental. La escritura es una guerra despiadada contra el odio y la mediocridad. Pero si la mayoría ya están contaminados de egoísmo y vanidad permítanme decirles que la literatura comprometida no tiene futuro.
La extorsión intelectual tiene que ver con los caros salarios que se atreven a cobrar los mediocres. La extorsión se perfecciona cuando vemos que la mayoría de los mediocres están enchufados a buenos cargos, a grandes privilegios y a prebendas extremas. El país los ha empleado para que hagan lo que no pueden y para que inventen lo que no pueden crear ni fabricar. Hay en esto un engaño duplicado; por un lado el país cree que hace un bien y por otro espera frutos de árboles estériles. Entonces se produce una doble pérdida, por un lado el dinero y por otro la oportunidad. Debemos entender que no se circunscribe a la literatura; ocurre en todos los ámbitos de la Cultura. En quince años se presentaron los más horrorosos bodrios teatrales y musicales que he presenciado en mi trabajosa vida, sólo que se trata de bodrios financiados por el Estado. Trato de explicarme: los mediocres –llamados cultores–, resultan caros porque derrochan y profanan los recursos que deben ser depositados en manos de artistas buenos y creativos. Además, los mediocres empobrecen porque instalan valores errados que la población aprende a consumir. El pueblo es débil para percibir pero drástico para castigar. Un ciudadano común no cuenta con suficiente discernimiento para captar un embuste intelectual hecho por un escritor, por un poeta, por un pintor o por un músico. El hombre y la mujer común sencillamente no participa, no lee, no observa y no escucha. Los únicos artistas que se quejan de la indiferencia de los públicos son los mediocres; a los grandes artistas sobra quien los mire, quien los lea, quien los observe y quien los ame. La extorsión intelectual se ha fortalecido con los negocios de la quinta. Los intelectuales venezolanos que estuvieron implicados en las luchas populares por la reivindicación proletaria temblaban ante la palabra negocio; términos como gerenteutilidadmercadeorendimiento y ventas fueron desterrados de su mente y de su jerga, pero pasado el bullicio de las marchas ideológicas los retomaron con ansiedad morbosa. La revolución no paga derechos de autor, eso es inmoral y antipatriótico, pero ese dinero se lo embolsillan los camaradas que coordinan. Resulta que hoy, los antiguos defensores de las causas del pueblo, están convertidos en empresarios de éxito. Hallaron por fin su verdadera vocación. La democracia, según creo, se refiere a la supresión de las ventajas legales dado que las ventajas naturales no se pueden legitimar, digo, que no se puede prohibir tener talento pero sí se puede regular el salario mínimo. No habían tardado mucho en comprender que no es forzosamente necesario tomar la mejor decisión, sino que en la mayor parte de los casos basta con tomar una decisión cualquiera, a condición de tomarla rápidamente; bueno, si uno trabaja en el sector público.
Cuando más pobre sea una sociedad más proclive será la población a comprar lotería y a confiar en la suerte. Un hombre bueno y talentoso morirá en la marginación y el desprecio si vive en un país gobernado por maleantes, excepto que se le conceda una oportunidad.
TigreCervantes