lunes, 28 de junio de 2010

EL PUEBLO DEL FRÍO (FRAGMENTO DE LA TAREA)

Por: José Antonio Pulido Xambrano

Alejandro dio una larga calda al cigarrillo. Estaba nervioso, el neumático del Montecarlo no andaba bien, el repuesto estaba peor. Él ya se lo había dicho a David en el páramo del Zumbador, que así no debían de seguir. Además del problema del neumático estaba la neblina que llegaba a ras de suelo. Maldijo al jefe editor, por haberle enviado a ese reportaje. Se había dado la noticia de la caída de un supuesto meteorito en aquella zona, la fecha el cinco de octubre. Después de varias entrevistas, los campesinos de la zona habían señalado la ruta del páramo que llevaba a la población de Queniquea como el posible lugar donde se habría producido el fenómeno.

David por su parte iba de lo más feliz, cámara en mano. El temperamento de David era del todo contrario al de su compañero. Él era un creyente de lo que se ha llamado pseudociencia, seguía en twiterr y facebook a Ton Cruise, por ser uno de los pioneros de la cienciología. Soñaba con algún día ver un ovni.

Los periódicos locales de la ciudad de San Cristóbal describía al páramo del Zumbador como una especie de  campo magnético. En las entrevistas recabadas para la crónica, uno de los aldeanos explicaba que las zanahorias y las papas de ese lugar se estaban pudriendo por aquello que había caído del cielo, esa piedra de fuego como la llamaban  se había incrustado en la madre tierra y como una especie de gusano estaba dañando todos los cultivos. Otro de los entrevistados hablaba de una bola de fuego que había caído en las tierras baldías, según este hombre aquel sitio estaba embrujado por los indios.

Alejandro terminó su cigarrillo. Bajó del Montecarlo a orinar a un costado de la carretera. Mientras lanzaba sus orines al aire escribiendo su nombre en el asfalto, un sendero llamó su atención. David se le había acercado, bromeó sobre su estado: ¡Cuidado y orinas en cubitos de hielo! Alejandro, no prestó atención al chiste de David, el sendero oculto por varios helechos debía conducir a alguna casa de la zona, pues desde el Zumbador hasta allí, en la curva del diablo no había visto ni un rancho. Se adentró en aquel camino y a lo lejos divisó lo que parecía una chimenea de fogón. Alejandro se devolvió, le dijo a David que aquel humo se veía cerca, y que el caucho del Montecarlo podría llegar hasta esa casa y allí pedir ayuda. David le gustó la idea, pensó en un cafecito y unas arepas con quezo, una costumbre de los andes que se hacía con los foráneos llegados a aquellas soledades.

Alejandro volvió a maldecir, el automóvil no quería ahora encender, el motor se había enfriado. David debió salir del Montecarlo para empujarlo, David se quejó, pues a su edad el mal de los riñones lo tenía muy mal, pero el carro no se movio. Alejandro se volvió a bajar del Montecarlo y revisó el motor, fue la única manera que el carro encendió.David por su parte verificó el celular, no había señal. Allí fue cuando en broma dijo: - Necesito un Blackberry.

Empezaron a adentrarse en aquella montaña cruda, y fue Alejandro quien observó que ese lugar se veía muy oscuro y húmedo. No pudieron avanzar con el Montecarlo más allá de unos trescientos metros. El Montecarlo lo tenía Alejandro desde que estaba en la Universidad, en él se había llevado muchas compañeras a Peribeca o San Pedro del Río, pero la vida del auto ya estaba en sus últimas andadas, de año 1978, aquel Montecarlo había pertenecido a la madre de Alejandro. En el periódico todos le tomaban en broma su auto, pero él no quería desprenderse del mismo pues era lo único que mantenía de su amada madre.

Alejandro abrió la puerta y la lanzó con fuerza y rabia al cerrarla. Miró a David, pero este sólo estaba pendiente de aquel lugar para tomar fotografías. El neumático se había pinchado. Cuando se acercó a ver con que se había topado, observó una extraña daga en el mismo. La sacó con cuidado. Aquella daga estaba hecha de un material que Alejandro desconocía, llamó a David para mostrársela.

- Mira lo que encontré.

- Uff, que cosa más extraña, nunca había visto una así.

La daga tenía en su mango una inscripción en latín: Maleficae. David volvió a su humor negro: - De tener un Blackberry con internet hubiese sido fácil saber que significa esa palabra.

El mango además tenía un dibujo tatuado en relieve, un lobo. Otra característica que vió Alejandro en la daga era el material del cual estaba hecha; plata. Lo sabía porque su vecino Manuel Suarez era coleccionista de monedas del mundo, y conocería donde fuera el metal de la plata. Otra cosa que David no sabía era que Alejandro en sus tiempos libres de juventud había aprendido a dominar otros idiomas con un curso Laurosse que tenía el abuelo Luis. Claro aquel curso estaba en casette. "Maléfica".

- Eso quiere decir esa palabra maléfica, es latín. No entiendo que hace esto aquí y aunque sea una antigüedad de que nos sirve, si estamos atoyados aquí en este páramo, sin cobertura, sin comida y nota como el frío está subiendo. Son las dos aún, lo más lógico es caminar hacia donde se ve el humo, en aquella loma, allí debe vivir alguien, o pueda ser que allí quede El Cobre.

- Pues yo no sé, pero que más vamos a hacer. Sigamos la ruta de la montaña y regresemos al Zumbador, me parece más lógico, en dos horas estaremos en el Zumbador y allí buscamos una grua.

- Veo más cerca la loma amigo David, y puede que allí mate sus antojos y le ofrezcan comida de páramo.

David arrugó la frente, la idea de caminar no le caía muy bien. Tomó su morral y observó como Alejandro resguardaba con un candado su amado Montecarlo. Parecía un viejo pensaba David de su compañero.
Empezaron a seguir el sendero, David estaba maravillado, tomando fotografías a todo, pues aquel habitat era muy "Prehistorico" para su pensar. Helechos y orquideas de variados colores, pensó en tomar unas muestras para llevarle a su madre, pero sólo en saber que faltaba mucho por caminar desistió la idea. Alejandro había sacado su libreta y había empezado a tomar notas, era una especie de terapia el de escribir, él escribía como una manera de purgar los problemas del mundo. Lo extraño de aquel lugar es que no se oía nada, en una flora tan exuberante la fauna no existía. El ruido o susurro del viento era lo más cercano a sus oídos. Por ello supo que David había sacado un chocolate, el papel del dulce sonaba de forma extridente en ese espacio. El cielo parecía estar paralizado, ni las nubes se movían. David ofreció un poco de chocolate a Alejandro, este lo recibió, el frío se estaba empezando a sentior. Estaban de verdad locos se decía David a su amigo, debieron haber esperado en la carretera y no ponerse a inventar. El humo de la posible chimenea se veía cada vez más lejos.
Alejandro se voltió rapido ante el ruido que sonó a sus espaldas, David había resbalado y caido al lado del sendero, que ya había dejado ser carretera. Cuanto le costo a Alejandro ayudar a subir a David, pero la noticia mala estaba por venir, David se había herido su pierna izquierda, el dolor era cruel...
 

5 comentarios:

  1. Así va mi tarea del grupo, estoy leyendo para construir el ambiente que les espera a Alejandro y David al llegar al pueblo del frío, escucho ideas y sugerencias, y entuertos

    ResponderEliminar
  2. Por ahora el relato va bien. Casi que uno siente el frío del lugar. Algunos detalles de estética (twitter y tom cruise). Y algunos sonidos de animales, las veces que he ido al Zumbador de noche siempre se escuchan mugidos o ladridos.

    ResponderEliminar
  3. Ojo, no sé mucho de eso, pero si el Montecarlo es automático, no creo que prenda rodado.

    ResponderEliminar
  4. A ver, algunas ideas, sencillas: donde dice: "David era todo lo contrario al temperamento de su compañero", sugeriría una redacción más directa: "El temperamento de David era del todo contrario al de su compañero", pues lo que se contrapone al temperamento del compañero es el temperamento de David y no David mismo. Igual opino de la expresión: "David era de esos hombres que soñaban con algún día ver un avistamiento de un ovni", que podría muy bien expresarse: "Soñaba con algún día ver un ovni" o incluso "Avistar un ovni".

    El siguiente párrafo:
    "Uno de los periódicos locales publicados en la ciudad de San Cristóbal describía al páramo del Zumbador como un gran campo magnético. En las entrevistas recabadas para la crónica que pensaban publicar, uno de los campesinos explicaba que las zanahorias y las papas de ese lugar se estaban pudriendo, pues aquello que había caído del cielo se había incrustado en la madre tierra y como un gran gusano estaba dañando todos los cultivos. Otro de los campesinos hablaba de una gran bola de fuego que había caído en las tierras baldías, según este aldeano aquel sitio estaba embrujado por los indios".
    Contiene tres veces la palabra "gran", dos veces la palabra "campesino" así como las palabras publicado y publicar, lo que sugiere la necesidad de una poda.
    No sé, tengo mis dudas con la expresión "arepas de harinas", no sé si se use en la zona.
    ¿quién es el Julio del que se dice?: "...y fue Julio quien observó que ese lugar se veía muy oscuro y húmedo"-
    "No pudieron avanzar con el Montecarlo más allá de unos trescientos kilómetros", sugiere una distancia descomunal para el camino de montaña, no sé si se quiera eso, porque no poder avanzar más allá de 300 km es mucho avanzar.
    "pero no quedaba de otra" es una expresión coloquial que, pienso, no va con el tono del relato.

    ResponderEliminar
  5. Creo que David tiene razón, además se empeño en hacerle una revisión exhaustiva...muy enriquecedora en cuanto a la formación de la frase o la oración...

    ResponderEliminar