miércoles, 19 de mayo de 2010

¿PARA QUÉ LEER?

¿PARA QUÉ LEER?
Héctor Estrada Parada

No soy docente graduado, de carrera, pero mis alumnos me llaman: "Profesor". Tuve la fortuna de crecer con un libro en la mano -“un libro” en sentido figurado-. Toda mi vida he sido un asiduo lector y ahora soy escritor y “Promotor de Lectura”. A diferentes niveles aprecio que hay una deficiencia en la finalidad de la lectura. Lo observo en los niños, en los jóvenes, en los adultos, en los profesionales. He llegado a la convicción de que hay que asumir la lectura como un proceso. Lo aplico en mis libros de cabecera, en los de las diversas áreas del conocimiento, en las revistas científicas, en los trabajos y artículos ubicados en la Internet, en las tesis de pre y posgrado* que a veces ayudo a elaborar y para lo cual investigamos abundantemente.

Según entiendo, leer es en esencia, comprender un texto escrito y lo que significa. Esto es, captar su sentido y cualidad. Leer es una actividad intelectual, personal -aunque sin duda muy enriquecedora cuando se hace colectiva, en alta voz-, que requiere atención e intención. Exige de nosotros un esfuerzo, pues vigoriza la inteligencia, nutre el vocabulario y enriquece el bagaje de saberes. Hay que sentir la lectura, y citamos a Simón Rodríguez: “Lo que no se siente, no se entiende y lo que no se entiende, no interesa”.

Siendo un proceso, que culmina en un acto de entender, la lectura productiva suele tener tres momentos constitutivos. Ellos permiten definir la actividad de la lectura como un todo. En una primera etapa se hace un análisis del texto, que es más una resolución que recolección. Se trata de alcanzar las unidades elementales de sentido, las afirmaciones esquemáticas que estructuran el todo. En este análisis, se requiere determinar aquellas afirmaciones que controlan la significación del texto en su conjunto, es decir, las afirmaciones principales o sustantivas –de sustancia-. Ellas nos ayudan, a la vez, a determinar la estructura del texto o rearticularlo. Esto nos lleva a la segunda fase, la de síntesis. Es recomponer el argumento, dicho de otro modo, llegar a ver el conjunto de lo analizado desde la idea central, el tema o la perspectiva que lo unifica. Es en la síntesis donde el oficio del lector se acerca más al del escritor, pues aquí recomponemos el texto. El último de los momentos constitutivos de la lectura es la crítica. Ella implica la apreciación del sentido y cualidad del texto. Con la crítica examinamos la validez de lo que nos es propuesto, sea un escrito de intención teórica, práctica o estética. Sólo cuando nos interrogamos acerca de la verdad de lo afirmado, asumimos del todo la intención del texto y con ello, su sentido. La crítica conduce a apreciar la cualidad del texto, que significa determinar su mayor o menor perfección: su integridad, su armonía, su claridad y en general, su expresividad. Es ver si el texto está bien hecho, luego si nos gusta y por último, dónde reside su atractivo para nosotros. Sentido y cualidad del escrito son su intelección. En esta crítica -sea teológica, filosófica, científica, moral, histórica o literaria- pesa todo el conocimiento y la experiencia que el lector haya podido adquirir.

Leer, después de este proceso, debe en última instancia sernos útil para varios fines. Teniendo el texto en la mente y la memoria, la lectura exige relacionar aquél con el resto de nuestros conocimientos o con los nuevos temas que van llegando a nuestro saber. Lo escrito y leído hay que poder evocarlo en el momento oportuno. Porque después de todo, ¿para qué leer? Para pensar y meditar en lo leído. Para que esa palabra ponga fin a nuestro silencio en el trabajo que hace el intelecto al compartir. Para guiarnos a nuestro cultivo y perfección intelectual, al afianzamiento de nuestra calidad humana; a ser parte activa de nuestra cultura. Para disfrutar de lo bueno de la vida que es fundamentalmente: el producto de la creatividad artística en todas sus manifestaciones. Ya lo dijo Goethe: "Todos los días deberíamos preocuparnos por escuchar buena música, por leer hermosos poemas, extasiarnos en lindas pinturas y hablar palabras razonables"

*Aclaremos: el prefijo post, sólo se usa cuando precede a una vocal, caso contrario pierde la t.-ej. postoperatorio, posmortem-

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5 comentarios:

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  2. Muy agradable texto, y agrego al mismo lo que dice Navokov: "Aunque parezca extraño, los libros no se deben leer: se deben releer".

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  4. Cierto compatriota, es la técnica más efectiva.
    Hce unos días en uno de esos pocos ratos de ocio que la vida me deja, tomé como por azar un ejemplar de LA ODISEA, juro que no lo disfruté la primera vez a los 16 y por obligación. Ahora . . .¡Si!

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  5. Muy interesante el planteamiento, ameno, sobrio, y ante todo pedagógico. Es lógico, fue escrito por alguien que lee y escribe, no podía ser de otra manera...

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